(... seguía leyendo con avidez...)  
     
  ... Y la gente multicolor iba y venía gastando su dinero en pos de la alegría.  
     
  Yo también iba y venía. Y miraba, y veía un mundo satisfecho, con la fiesta por bandera y la risa puesta, donde reinaba el color, la luz y la armonia. La energía desbocada era dueña de la fiesta.  
     
  A la salida del recinto ferial, un viejo de barba blanca cantaba acompañándose de su guitarra:  
     
 
Los hombres y las mujeres
 
 
se unen para el placer,
 
 
y cuando ya se han saciado
 
 
se olvidan de su querer.
 
 
Cuando el placer no consiguen
 
 
el odio les deja hacer,
 
 
y convierten esa feria
 
 
en la Feria de Babel.
 
     
  Aquella extraña canción seguía sonando en mi cabeza cuando desperté.  
     
  ...  
     
  (Le costaba al invitado dejar de leer "El amigo intemporal"...)