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Nunca
olvidaría la fecha de su salida
del Centro de Recuperación, al
coincidir con un hecho que merecía
ser destacado con letras grandes en las
conciencias de todos los políticos
del mundo y en la ilusión de la
mayoría de habitantes de todo el
planeta. Aquel día, 9 de noviembre
de 1989, se procedía a la apertura
y posterior derribo del Muro de Berlín.
Con ello, se ponía fin a la división
de un país que tuvo que purgar
sus pecados viéndose roto en dos
al convertirse en pastel,
ya que el peso de los comensales reunidos
había partido la mesa en el momento
de disputárselo. A los alemanes
de uno y otro lado se les ofrecía,
por fin, la posibilidad de reconstruir
sus familias y de proceder por sí
mismos a su reunificación, aunque
muchos de ellos se vieran obligados a
borrar de un solo tajo gran parte de su
educación. Para celebrarlo, se
organizaron fiestas a uno y otro lado
de la muralla, y la música de Pink
Floyd se convirtió en imágenes
para narrar al mundo la odisea de "The
wall", mientras en el cielo de Berlín
se mezclaban los buitres con las palomas. |
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