Yo te doy Polonia y Hungría, y tu...
¡tú me cedes toda Alemania!
 
     
  Ni hablarr de eso, amigo amerricano! Y como no soporrto tus ansias de grrandeza,  
     
  mis obrerros levantarrán un murro en tu jardín y todo lo que quede detrás de él:  
     
 
¡PARRA MÍ!
 
 
 
  (Más o menos esto es lo que pasó tiempo después de la Conferencia de Yalta. ¡Y es que los políticos...!)