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No
quiero levantarme, voy a pasarme
el día tumbado en la cama.
Me ausentaré de mí
mismo y me hundiré en el
nuevo día con los ojos
cerrados. No quiero ver a nadie
ni que nadie vea cómo me
desfiguro, cómo me pierdo
en un nombre y recorro sus cinco
letras sin poder salir de ahí.
¿Por qué te fuiste
Celia? Soy como un perro persiguiendo
un olor que me ahoga, que me envuelve
y me retiene atado a la cama que
tú dejaste vacía.
No he cambiado las sábanas;
aún conservan el aroma
que me ha hecho prisionero, y
cubro el vacío que dejaste
en ellas con ríos de agua
que manan de mi interior. |
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¿Qué
pasó Celia? ¿Cuándo
empecé a perderte? ¿Dónde
te encontrarás? Te quiero
y sé que no puede ser,
que NO DEBE SER ASÍ. Tengo
que renunciar a tenerte, a besarte,
a estrujarnos; a perderme cada
noche en tu interior; a contemplar
tu cara y beber de tus labios;
a lamer todo tu cuerpo, a sentirme
todo tuyo. ¿Qué
es lo que ocurrió, Celia,
para que te fueras de mí?
Necesito saber. |
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Me
arrancaré el estómago
si me sigue doliendo y me quedaré
abrazado a la sombra que tu cuerpo
dejó en la cama hasta que
aparezcas tú, pero no me
pondré en pie para nadie,
no quiero andar sin tí.
Seguiré aquí, esperando
tu regreso. Llámame y cuéntame
lo que haces, con quien estás,
si estás bien, si todo
sale como querías. ¡Te
quiero tanto! Tampoco tú
olvidarás fácilmente
los años compartidos ni
los lugares visitados, ni los
sueños que vivimos las
noches de luna llena, ni el color
de mi mirada cuanto te veía
a ti. |
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Bebo
mucho vino. Nos gustaba llevarnos
una botella a la habitación
todas las noches y beber algunos
vasos a la luz de la luna, desnudos,
sedientos de cuerpo los dos. Las
últimas gotas se caían
en tu cuello ¿recuerdas?
Mi lengua te lo limpiaba, lo sorbía,
y el vino grababa un regalo de color
rojo-morado-azul en tu carne que
reflejaba el espejo al despertarte
y nos arrancaba la risa cuando,
después, antes de salir a
la calle, tú lo envolvías
con un pañuelo de seda guardándolo
para ti sola, decías. |
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Hoy
voy por mi sexto vaso y no me río.
El vino tiene un gusto diferente
y el vaso me recuerda un cáliz.
Las sábanas parecen manchadas
de sangre. |
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